Esta semana he tenido una experiencia traumática: se me atascó el retrete.
Realmente al principio la cosa no era tan grave: para los servicios mínimos funcionaba (lentamente, eso sí), y durante la semana pasamos mucho tiempo fuera (trabajo…) y no se hacía tan necesario. Hasta que llegó el puente (este lunes es fiesta en Barcelona).
El viernes tuvimos visita en casa. Dos amigas de mi novia venían a quedarse a dormir. La misión que me asignó mi novia, al preguntarle si la podía ayudar (¿recojo? ¿barro? ¿preparo una cama?), la expresó de manera muy simple: «destupe el water antes de que lleguen mis amigas».
Así, armado con una tranca o culebrilla (largo muelle muy compacto pero flexible, de unos 2 metros) que compré en una ferretería y dos guantes de goma, me puse manos a la obra. Enseguida me di cuenta de lo desagradable que era, sobre todo porque para meter la tranca tienes que ayudarla con la mano, y eso significa que tuve que meter la mano en sitios que nunca imaginé que metería. Tanto la metí que no me di cuenta de que el guante era muy corto, y así pude experimentar cómo se me introducía el agua (con tropezones, eso sí) dentro del guante….
Resultado final: la tranca entraba, pero no destrancó nada. Tirabas de la cisterna, y la taza se seguía llenando de manera amenanzante.
Fracasado el intento de la tranca, decidí el plan B: fui a la ferretería otra vez y compré un bote con un 95% de ácido sulfúrico. Se va a enterar, pensaba yo.
La felicidad con la que me dio el hombre de la ferretería el bote (sólo me dijo: «Esto es lo más fuerte. Son 7€.») me chocó un poco al pensar que llevaba ácido sulfúrico, así que decidí leer y seguir las instrucciones (y más porque recordaba que si mezclabas ácido sulfúrico con agua, la reacción exotérmica pueder ser peligrosa). Me puse guantes de goma otra vez, pantalón y jersey viejo, un pañuelo humedecido a modo de máscara, y las gafas de bucear. Con esas pintas, y conteniendo la respiración, abrí la taza del water, y vertí la mitad del bote. Un vapor pestilente (básicamente vapor de ácido sulfúrico, agua y mierda) subió del wc y me empañó las gafas. Cerré el baño, esperé 5 minutos. Después eché agua en la taza. Resultado: el water regurjitó algo que no voy a describir, pero quedó peor; aún más atascado.
Tras este fracaso, pasaron dos días. Y ante la deseperación de no poder usar el wc para hacer lo que tanto necesitaba hacer, recordé que mi amigo David (al que le dedico este post) era ingeniero, y que además me estuvo explicando un poco de fontanería. Así que lo llamé, y me contó lo siguiente: «coge una fregona, enrróllale una bolsa de plástico, métela por el retrete y muévela hacia arriba y hacia abajo unas cuantas veces.» Si es que seis años estudiando ingeniería dan para mucho 😛
Desesperado, e incrédulo, lo hice. Cuando moví la fregona dentro de la taza, intentando hacer vacío para que empujara lo que estaba dentro, de repente mi retrete eruptó, salieron burbujas, y pude oír cómo algo caía por el bajante hasta chocar al final con un golpe seco.
Emocionado, retiré la fregona, tiré de la cadena, y… ¡¡el agua circulaba!!
Por fin, después de dos días, podía usar mi retrete. ¡Qué alivio!
Por cierto, hace una semana que no encuentro mi reloj. ¿Alguien lo ha visto?